Barcelonnette es una pequeña ciudad ubicada en el distrito de Alpes d’Haute Provence, en el sudeste francés. Durante más de un siglo, este valle, se convirtió en un foco de emigración hacia México. Varios hijos de buenas familias se fueron a desarrollar negocios comerciales en el extranjero. Y a pesar de que las primeras familias se establecieron por primera vez en Estados Unidos, el país con el que la región ha forjado los lazos más fuertes es México. Durante el gobierno de Porfirio Díaz, los ‘barcelonnettes’ abrieron fábricas, bancos y, más que nada, talleres y tiendas; algunas todavía activas, en las ciudades más grandes del país.
Después de la revolución, el panorama cambió para los extranjeros, y aquellos que lograron hacer fortuna en México comenzaron a regresar a Francia, algunos a Paris, pero una gran cantidad de ellos regresó a la tierra de sus orígenes: el valle de Ubaye, donde comenzaron a construir pequeñas ciudades como Barcelonnette y a desarrollar nuevas actividades económicas. Pero los emigrantes no regresaron con las manos vacías, se llevaron con ellos el recuerdo de la arquitectura mexicana que se ve en las haciendas que construyeron, y así en diversas tradiciones.
Las huellas de esta historia siguen visibles en Barcelonnette, la cual, con casi 3 mil habitantes, es la localidad más grande del valle y una de las dos subprefecturas del departamento. A pesar del tiempo y la distancia, Barcelonnette todavía mantiene lazos fuertes con México, algunos descendientes de los migrantes del Valle de Ubaye se siguen considerando franceses. La muestra más visible de este apego se observa durante las fiestas mexicanas y latinas que se llevan a cabo desde hace 30 años, a mediados de agosto. Los comerciantes ponen sombreros en sus ventanas, hay banderas con los colores de México ondeando en las calles y los mariachis tocan varias veces al día por toda la ciudad. Los músicos tienen fans devotos que los paran en la calle para pedirles una foto. La mayoría son mujeres de sesenta y tantos que regresan cada año, como si fuera una peregrinación, para cantar a coro ‘La Cucaracha’ y otras canciones dentro del repertorio de los mariachis.
Un lazo une a estas dos culturas, algunos de los descendientes franceses implantados en México regresan cada año a Barcelonnette a pasar sus vacaciones, reforzando aún más las tradiciones mexicanas en la región. Entre las marcas de nuestro país que se pueden encontrar en la ciudad están los nombres de diversas haciendas y calles como la ‘avenida Porfirio Díaz’, el museo de la emigración en México, un pacto de relación estratégica entre Valle de Bravo y Barcelonnette, tiendas de productos mexicanos, sin olvidar las fiestas latino-mexicanas. Las cuales tendrán este año dentro de su programa, mariachis, danzas folklóricas mexicanas, exposiciones fotográficas y de textiles mexicanos como los trajes de china poblana, o los talleres de piñatas. Y no podía faltar una muestra gastronómica donde los tacos serán al honor.