Ave sagrada para algunas culturas antiguas. Los aztecas la asociaban con la deidad de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, y los mayas con Kukulkán.
Encontrar un Quetzal, no es tarea fácil. Habitan en bosques húmedos cubiertos por una niebla espesa, y oscurecidos por un denso dosel. Un ambiente que lo recubre, aún más, de enigma y misticismo. Los podemos encontrar desde México, en la reserva del Triunfo en la Sierra Madre de Chiapas, algunas regiones de Honduras, Costa Rica, Panamá, y Guatemala, donde se la considera el ave nacional, y está presente en la bandera, el escudo y la moneda.
Los Quetzales no pueden vivir en cautiverio, cuando los atrapan, dejan de comer hasta que mueren, además no se reproducen fácilmente, necesitan estar en su hábitat natural para lograrlo.
Su conservación no es fácil, pues se trata de una especie migratoria que requiere protección no sólo en los bosques donde anida, sino también a donde emigra. La tala de los bosques donde habita, disminuye sus posibilidades de supervivencia.
Símbolo de fertilidad, abundancia y poder, su plumaje era valorado como moneda, y se utilizaba para adornar los trajes y tocados de los sacerdotes y reyes. El penacho atribuido a Moctezuma, el único que se conserva, se expone actualmente en el Weltmuseum de Viena. Las aves se capturaban para desplumarlas, pero matarlas, significaba la pena de muerte.
En la actualidad, se encuentran en peligro de extinción, porque son aves asediadas por el tráfico ilegal, y además su hábitat se encuentra en riesgo.