Con la desaparición del último macho, la subespecie ha quedado prácticamente extinta: solo quedan otros dos ejemplares en el mundo, y ambos son hembras.

Debido al tamaño y la naturaleza agresiva del rinoceronte, tienen pocos depredadores de los que puede preocuparse, esto debería significar que están a salvo en su hábitat natural. Pero por desgracia, no es así en absoluto, pues los humanos los han destruido y siguen haciéndolo, en cantidades masivas, para traficar sus cuernos. El volumen de matanza contra el rinoceronte, es el responsable de acabarlos casi por completo.

Nuevos datos publicados por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Sudáfrica, revelan que 1,028 rinocerontes fueron cazados ilegalmente, en 2017. Estos datos representan un leve descenso en relación a los 1.054 en 2016, y respecto al triste récord alcanzado en 2014, con 1.215 rinocerontes muertos a manos de furtivos. Sin embargo, las cifras siguen siendo inaceptables para el presente y el futuro de una especie tan emblemática, en promedio, África continúa perdiendo alrededor de tres rinocerontes al día, debido al comercio ilegal de cuernos de rinoceronte. Un foco inmediato, es la lamentable historia de el último rinoceronte blanco del norte macho, que quedaba en el mundo, llamado ‘Sudán’, murió dejando casi extinta su especie. Solo sobreviven dos hembras de rinoceronte blanco del norte: Najin y Fatu, hija y nieta de Sudán. Sudán, de 45 años, había estado sufriendo problemas de salud relacionados con la edad, además sufrió una infección en su pata derecha que empeoró hasta el punto de que perdió la movilidad. Además de la infección, Sudán estaba siendo tratado por alteraciones degenerativas en sus músculos y huesos.

Meses atrás, el personal de la reserva Ol Pejeta (donde el rinoceronte pasó sus últimos años) junto con un veterinario del zoológico Dvur Králové y el Servicio de Conservación de la Fauna Keniana, decidieron someter al rinoceronte a una eutanasia, para evitarle más sufrimiento.

Sudán nació en 1973 en Shambe, Sudán del Sur, una época en la que quedaban unos 700 ejemplares de su especie.

En esta década consiguió sobrevivir a la extinción de su especie, al ser trasladado junto con otros seis rinocerontes al zoológico Dvur Králové, en la República Checa y en donde vivió hasta 2009. Allí logró reproducirse, y engendró dos hembras, Nabire, que murió en 2015, y Najin que aún sobrevive. Esta subespecie fue declarada extinta en la naturaleza en 2008. Y actualmente, clasificada como especie en peligro crítico de extinción, por la UICN.

En 2009, fue trasladado de nuevo a África a la reserva Ol Pejeta en Kenia, donde vivía acompañado de su hija y su nieta. Sudán vivía protegido por un guardia armado las 24 horas del día, así como muchos otros rinocerontes de esta reserva, por ser el último rinoceronte blanco del norte del mundo, llamó la atención de varios cazadores furtivos. El cuerno del rinoceronte se vende por más de 55.000 euros el kilo, en Asia, sobre todo en China y Vietnam, donde se cree que tiene propiedades medicinales. En realidad, sólo tiene queratina, la misma sustancia que compone nuestras uñas.

La esperanza con la que cuentan los conservacionistas para que la especie no se extinga, es la reproducción asistida, ya que se ha guardado el semen de Sudán, para intentar inseminar con él a su propia descendencia. Método que no ha sido probado en estos animales y puede que tarde hasta 10 años en funcionar. La extinción de animales es un fenómeno que no se puede detener con medidas de último minuto, se debe combatir antes de que sea demasiado tarde.