El Templo de Suria | Portal Inmobiliario

El Templo de Suria

En la ciudad de Konark, al este de la India, se encuentra uno de los templos más peculiares del país.

Situado a orillas de la Bahía de Bengala, el templo de Konarak es en sí mismo un inmenso símbolo que representa a Suria, el dios del sol. Desde 1984 es parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. 

Fue construido en el siglo XIII y abandonado en el XVI: a partir de entonces se cubrió con una capa de suciedad, razón por la cual los exploradores europeos le pusieron el nombre de ‘la pagoda negra’; hoy, restaurado y limpio, luce de nuevo el color marrón de la piedra.

Este templo es considerado uno de los santuarios brahamánicos más famosos de la India. Se encuentra en el estado de Orissa, bien conocido por su inmensa cantidad de sitios de culto.

Suria, que de acuerdo con la tradición védica tiene muchos más nombres, es el Dios hindú del Sol. Por tanto, una divinidad benefactora que a menudo se representa de oro por la asociación visual, que supone el tono de este metal precioso con los rayos solares. Y aunque su culto no sea tan generalizado como el de otros personajes, sí que ha dejado una buena nómina de templos levantados en su honor; entre otras cosas porque a Suria se le atribuyen facultades curativas, especialmente en enfermedades de la piel, ceguera e infertilidad.

La construcción, con su eje orientado hacia el sol, se inició a mediados del siglo XIII durante el reinado de Narasimha Deva I, si bien no se sabe la causa con exactitud: presumiblemente para agradecer a Suria algún favor, quizá la curación de la lepra, quizá haber propiciado el nacimiento de su hijo Bhanu, aunque también hay quien apunta a la celebración del rechazo a un intento de invasión musulmana.

Fue edificado con piedra arenisca roja y granito negro, este carro descansa sobre veinticuatro magníficas ruedas (y no dos, como los tradicionales), cada una de ellas decorada con diseños de origen simbólico. Un grupo de seis caballos fueron erigidos en frente de la estructura. La entrada del templo está custodiada por dos leones de grandes proporciones, puestos sobre dos elefantes de guerra que descansan a su vez, sobre los cuerpos de dos humanos.

Todo eso constituye sólo uno de los múltiples motivos artísticos que pueden verse en los relieves del edificio que constituyen una infinidad de figuras talladas, que representan bailarines, músicos, amantes, figuras humanas y divinas, y escenas que van desde las más cruentas batallas, hasta situaciones cotidianas más pacíficas.

De esa forma, se representa el poder del Dios del Sol. Otra vista destacable es el Nata Mandir, es decir, el sitio en que los bailarines realizaban sus danzas de adoración a Suria. Actualmente, el edificio se encuentra parcialmente en ruinas, y muchos de sus elementos y esculturas principales, se guardan en el Museo del Templo del Sol. 

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