Es un Pueblo Mágico con legado minero, las casonas y construcciones de aire inglés, se combinan con el olor a pastes y al pan de pulque, que se cocina en sus hornos. 

Real del Monte, también conocido como ‘Mineral del Monte’, es un lindo pueblo mágico del estado mexicano de Hidalgo. Es la cabecera del municipio hidalguense del mismo nombre, y está situado en la zona centro-sur del estado, muy cerca de Pachuca de Soto. Vivió de la minería de los metales preciosos, que le permitió levantar hermosos edificios que constituyeron la principal razón para ser designado ‘Pueblo Mágico’. La capital de Hidalgo, se encuentra a solo 20 km. de Real del Monte y mucha gente que visita el pueblo, utiliza la infraestructura de servicios turísticos de Pachuca. La Ciudad de México también está muy cerca, a solo 131 km con rumbo norte, desde la capital, por la carretera 85D.

La altitud por encima de los 2.700 metros sobre el nivel del mar, confiere a Real del Monte un estupendo clima, que le permitirá sentirse cómodo, relajado, para realizar sus paseos y para disfrutar de restaurantes, bares, y otros lugares de interés.

La temperatura promedio anual, varía entre 12 y 13° C, y en los meses menos fríos, que son abril y mayo, no llega a 15° C como promedio, aunque pueden darse ocasiones en que ‘hace calor’, porque los termómetros marcan 22° C.

Los yacimientos de oro, plata, cobre y otros metales en el actual territorio de Real del Monte, ya eran conocidos en la época prehispánica por los toltecas y después por los mexicas. El primer asentamiento hispano, fue llamado ‘Real del Monte’; ‘Real’ por la corona española y ‘del Monte’, por estar enclavado en la Sierra de Pachuca, a 2.760 msnm. La explotación de los grandes filones de plata, comenzó en el siglo XVIII con las minas y empresas de Pedro Romero de Terreros. En el siglo XIX, llegaron los ingleses, que llevaron a la zona: la máquina de vapor, los pastes y el fútbol.

Fiel a su tradición minera, Real del Monte ofrece al visitante, artesanías elaboradas en plata, especialmente en joyería. Con la técnica del repujado, también se elaboran ornamentos en madera y palma, así como canastas tejidas.

La arquitectura de Real del Monte, es dominada por sus calles y callejones inclinados, y las casonas construidas durante las épocas de auge minero. Entre estas destacan: la ‘Casa del Conde de Regla’, la ‘Casa Grande’ y el ‘Portal del Comercio’. Como testimonio, tanto del esplendor como de la decadencia, están la ‘Mina de Acosta’, los museos mineros de sitio y el ‘Museo de Medicina Laboral’. Algunos monumentos, como el que conmemora la primera huelga en América, y el dedicado al minero anónimo, recuerdan el sufrimiento de los trabajadores locales. En el paisaje arquitectónico religioso, sobresalen: la ‘Parroquia de Nuestra Señora del Rosario’, la ‘Capilla del Señor de Zelontla’ y el ‘Panteón Inglés’.

Real del Monte es una localidad con la traza de los antiguos pueblos mineros, que se iban conformando según las necesidades de construcción alrededor de las minas explotadas. En la ‘Plaza Principal’, situada en el centro del pueblo, coexisten el estilo mestizo y la influencia inglesa aportada por la cultura británica de los administradores y técnicos de las minas. En las vías de pronunciadas pendientes, han sobrevivido algunas interesantes edificaciones, situadas frente a la ‘Plaza Principal’ y en otras calles del pueblo.

La nota sabrosa la ponen las fiestas de Real del Monte, y la tradición culinaria de los pastes.

La comida que simboliza a Real del Monte, es el paste, un aporte culinario inglés llegado en el siglo XIX, con los británicos que trabajaron en las minas. Es un tipo de empanada similar a la que comían los mineros ingleses en su país, cuya particularidad es que se fríe con el relleno crudo, a diferencia de la empanada tradicional, en la que el relleno es pre cocido. La masa está hecha de harina de trigo y el relleno típico de los mineros, era un picadillo de carne con papas. Ahora hay también pastes de: mole, quesos, pescado, vegetales y hasta de frutas. El paste tiene su museo en Real del Monte, en el que muestran su preparación con los utensilios del siglo XIX en adelante.