Es un Barrio de Zaandam, cerca de Zaandijk, en el municipio de Zaanstad en los Países Bajos, en la provincia del Norte de Holanda.
El pequeño pueblo holandés de Zaanse Schans, situado a tan sólo 20 kilómetros de Ámsterdam, es conocido por regalar una de las imágenes más fotografiadas de Holanda: río y molinos en una estampa de cuento. Sin embargo, no siempre fue así, se puede decir que es un pueblo real e inventado a partes iguales, con una historia muy curiosa detrás.
‘Zaanse Schans’ significa ‘fortificación de Zaan’ y recibe este nombre, porque en 1574 un Gobernador al servicio de Guillermo de Orange hizo construir a los compatriotas holandeses fortificaciones contra las tropas españolas en este territorio.
Entonces, si existe al menos desde esa época, ¿por qué se dice que ‘Zaanse Schans’ es un pueblo semirreal? Pues bien, esto es así, porque aunque es cierto que ya existía antes a su manera su aspecto tal como se conoce hoy día, es fruto de la aprobación de un proyecto de conservación de ciertas áreas de Zaandam, que conllevó que a lo largo del siglo pasado, muchas construcciones fueran trasladadas de distintas partes de la región a justo esta población, para que permaneciesen intactas con el paso del tiempo.
El arquitecto Jaap Schipper en 1946, en su tesis de fin de carrera, elaboró un santuario arquitectónico de edificios abandonados de distintas zonas de la región de Zaandam. Los molinos que trituraban cacao, pinturas, aserraban maderas o prensaban aceite, su sello de identidad, se convertirían precisamente en polvo tras pasar por ellos el martillo de la demolición si no hacía algo para evitarlo.
Zaandam fue la primera zona industrial de Europa Occidental, y en ‘Zaanse Schans’ se pretende mostrar al visitante su época de máximo esplendor. Para ello se llevaron tal cual casas, molinos y almacenes; para reubicarlas en esta población y evitar así, que se perdieran con el avanzado proceso de industrialización y expansión territorial, que abocaba a su desaparición. Algunos edificios, que no pudieron trasladarse enteros, fueron desmontados piedra a piedra y recolocados en esta localidad como si siempre hubiesen estado ahí.
Mediante barcos y remolques consiguieron trasladar edificios completos hasta ‘Zaanse Schans’, edificios que además se mantienen vivos porque hoy día siguen habitados.
LOS MOLINOS DE ‘ZAANSE SCHANS’
Si algo destaca en este pueblo, son sus molinos, algunos pueden visitarse (hay que pagar entrada), para poder ver su proceso de trabajo. Hay seis gigantes crujientes y palpitantes:
·El molino de las especias (De Huisman): del siglo XVII. Elaboraba mostaza, pero ahora se dedica a las especias.
·El molino-aserradero (De Gekroonde Poelenburg): del siglo XIX. A los molinos con su forma se les denomina ‘paltrokmolen’, porque tienen una forma similar al ‘paltrok’, una prenda masculina como un abrigo, pero con vuelo.
·El molino de pintura (De Kat): del siglo XVII: en él se trituran diferentes pigmentos para elaborar pinturas. Este molino sí que sigue ubicado en el mismo sitio donde se construyó.
·El molino aceitero (De Zoeker): se cree que es al menos de principios del siglo XVII.
·El molino aserradero (Het Jonge Schaap): este molino huele a madera y cera. Es una réplica de 2007, de uno muy anterior.
·El molino aceitero (De Bonte Hen): del siglo XVII. Dicen que este molino tiene un ángel de la guarda, porque al contrario que muchos otros, ha sabido sobrevivir a varios rayos que lo han alcanzado, cosa rara, ya que una vez ardía el techo de paja, las aspas sólo hacían por avivar el fuego gracias al viento.
Además de los molinos y las viviendas, podemos encontrar en ‘Zaanse Schans’ varios museos, como el del pan, el de los relojes, una tienda de ultramarinos, una fábrica de chocolate y galletas de principios del siglo XX… También hacen demostraciones de artesanía: queso, taller de zuecos, de toneles, de cacao, de licores y más.
Sin duda alguna, es uno de los mejores pueblos para visitar en Holanda.