La ciudad de Mérida, ciudad blanca de la cual todo aquel que la visita queda prendado de su hechizo y no quiere dejarla.

Algunos dicen que por el agua que se bebe de sus ríos subterráneos llamados cenotes, otros que es la magia y la energía de los ancestros mayas que la hacen tan amable, tan vivible y tan adorable.

Mérida ha estado a últimos años a los ojos del mundo como ciudad tranquila progresista, con cultura, y con todos los servicios que una ciudad grande pudiere llegar a necesitar es por ello que ha visto crecer sus espacios de una manera muy rápida, y con la mira al norte como tratando de alcanzar la costa, y es que se ve al norte como un lugar muy apetecible para vivir, probablemente por, modernas plazas, centros comerciales, restaurantes de talla internacional y edificios se erigen a una velocidad vertiginosa, casi al mismo ritmo con el que el mítico enano de Uxmal hizo su castillo tan famoso.

Sin embargo esta fiebre de mirar al norte como la oportunidad de una vida mejor ha ido dejando espacios vacíos dentro de la misma urbe al abandono o a la subocupación, colonias de antaño como la Alemán, Itzimná, Campestre, Colonia México,  García Ginerés y el mismo primer y segundo cuartel del Centro de la ciudad se han ido deshabitando dejando casas y casonas muchas veces a su propia suerte y a la acción de los elementos.

Si bien es cierto que muchas de esas colonias de prestigio como el Campestre, Buena Vista o Colonia México se han ido repoblando con nuevos inquilinos que ahora ocupan esos espacios para oficinas, es verdad también que sigue existiendo una desocupación notable de muchos de esos viejos predios como en la García Ginerés, como ejemplo, siendo una verdadera lástima pues estos predios ya cuentan con una infraestructura urbana consolidada, cuentan con todos los servicios calles anchas y plazas y centros comerciales y restaurantes a poca distancia y ya son zonas impactadas es decir son zonas donde ya no representan daño a la ecología.

Es por eso que es importante voltear a ver precisamente esos espacios y recuperarlos y reutilizarlos y reencontrar su vocación ya sea para nuevos centros financieros de oficinas y corporativos o áreas de futuras viviendas verticales donde no representen una molestia a vecinos que sientan invadida su intimidad al edificarse torres de cinco o más pisos pues seguramente tendrían como vencino a un corporativo o comercio.

También en el segundo cuadro de la ciudad que es una zona popular donde se puede fomentar y consolidar la ya muy citada vivienda vertical, en espacios donde las comunicaciones y rutas de transporte están más que planeadas y consolidadas, ya que los habitantes de esas futuras edificaciones tendrán oportunidad de reducir sus gastos de transporte ya que deben tomar dos o más autobuses para poder llegar a sus centros de trabajo; es aconsejable y contando con el apoyo de Infonavit, SEDATU, etc., construir edificios de tres o más niveles para familias trabajadoras.

Dejando la planta baja de los mismos para espacios comerciales y de servicios básicos como farmacias, guarderías, tiendas, cocinas económicas, que seguramente serán utilizados por los mismos habitantes del complejo que les permitan sufragar los costos de administración y mantenimiento del edificio con las rentas de estos comercios, y como también poder ofrecer estos servicios a los peatones que a diario circulan por esas populosas calles del centro de la ciudad.

También existen áreas un poco más al norte que con facilidad pueden convertirse en zonas para departamentos de familias jóvenes integradas por profesionistas que están adquiriendo su primer vivienda y desean estar cerca de las plazas, bares, restaurantes y antros, y por supuesto de sus centros laborales, familias que prefieren calidad y no cantidad de espacio y que les represente un costo de mantenimiento bajo que no merme sus ingresos y que pueda ser una primera inversión que les permita años después hacerla líquida y catapultarse a una vivienda de mayor tamaño acorde a las exigencias del número de los integrantes de sus futuras familias y entonces así poder migrar a los “suburbios”.

En definitiva hace falta un reordenamiento de la ciudad y una redensificación urbana siempre cuidando y respetando al medio ambiente y creando espacios amigables con la  naturaleza que fomenten la sana convivencia entre sus habitantes. Lo que se procura es hacer y rehabilitar el tejido social, el cual no se resuelve simplemente yéndose más al norte, si no creando ambientes urbanos correctamente planificados y pensados en la Mérida de hoy y en la del futuro y de sus futuros habitantes.